martes, agosto 22, 2006 

"Hipocresía" - Cuento de Lengua

Hipocresía

Pueblo, pueblo, pueblo. ¿Qué es el pueblo? Un pueblo es una masa, una masa que debe ser moldeada, una masa a la que hay que darle forma. Un pueblo debe tener un líder, deber ser guiado por el líder y debe pensar como el líder. ¡Yo soy ese líder! Yo soy el que tiene… ¡no!, el que debe dominar al inferior. He sido avisado (casi digo: “advertido”, pero en realidad no son una amenaza) sobre un grupo de personas que no creen en mi gobierno. Sobre un grupo que atentará contra mi gobierno. A mí, yo que soy y tengo todo lo que un líder debe tener, ¡¿quién se atreve a cuestionarme, a atacarme?!, ¡lo degollaré, torturaré! Respiro…me mantengo calmo.

Mi secretario murmulla. A mis acompañantes, quienes también toman decisiones, por primera vez los veo asustados, inquietos…lo veo en sus ojos. Me acerco a ellos…no me dicen nada, temen, ¿cómo pueden temer? Soy un hombre compasivo, que entiende. Me acerco más, temen más, temen por lo que me dirán. Escucho: “Sr. Presidente…” ahí, ahí mismo me pierdo en mi mente, es raro…extraño…los veo mover los labios, pero no escucho, los veo preocupados, me preguntan cosas, y yo respondo, no entiendo que es lo que les digo. Me pierdo dentro de mí, me veo como un gran líder, “Sr. Presidente”, una gran figura. Vuelvo en mí. Finalmente me dicen “…no será problema, lo solucionaremos”. Esa frase me calma. ¿En qué me había quedado? Ah, sí; ese grupo de personas, no son nada más ni nada menos que un puñado de personas. Recuerdo las palabras del secretario, ahora entiendo todo…pero no hay que temer, ellos dijeron que se encargarían de la situación, que se encargarían de ese mísero puñado. Sin embargo temo, por lo menos una parte nada más los escucha, una parte diminuta del pueblo, de esa masa. ¡No!, debo enfrentarlos, ser fuerte, ¿por qué el secretario no me dijo nada más? No importa, ya fui avisado sobre el asalto al cuartel. Lo único que debo hacer es reunir a mi ejército, leales, y atacar; sin embargo me preocupa el hecho de que todos a mi alrededor teman. ¿Haré mal mi jugada? ¿Debo esperar y ver qué pasa? Si todos a mi alrededor no saben actuar, se paralizan, con más razón debo fortalecerme. ¡A atacar! ¡Por Cuba!

Jajaja, río, dejo de temer. Siempre estuve seguro sobre el destino de esas personas, de mi gobierno. Deben saber quién manda. En este momento se deben estar pudriendo en la cárcel. Si mi hazaña fue tan grande, y mi victoria tan victoriosa, ¿por qué dudo?, ésta situación deja al pueblo anonadado, empiezan a pensar, no puedo dejar que eso pase. Me desmorono, debo hacer algo. Cuba no necesita esto, debo lograr que el pueblo olvide; ya sé, haré que desaparezcan, pero…logrará más dudas. Debo hacer que el pueblo crea que van a estar bien y que dejaran de ser torturados. Su nuevo destino será México.